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LOS POEMAS DE SAFO

El otro día en clase hablamos de Safo y de sus poemas. 
Safo fue una poetisa griega antigua, nacida en la isla de Lesbos alrededor del siglo VI a.C. Es conocida por sus poemas líricos, especialmente sus composiciones líricas amorosas dirigidas a mujeres. Los poemas de Safo son de temas como el amor, la belleza y la naturaleza.
Por desgracia gran parte de la obra de Safo se ha perdido a lo largo del tiempo, y solo se conservan fragmentos de sus poemas. Estos fragmentos han sido recopilados y traducidos por varios estudiosos a lo largo de los años.
Los poemas de Safo son apreciados por su estilo poético y su enfoque íntimo en las relaciones humanas.
Algunos de sus poemas están centrados en la figura de Afrodita, la diosa del amor, y expresan sus sentimientos y emociones en relación con el deseo y la belleza. Su poesía también ha sido objeto de interpretación en términos de sus posibles relaciones con otras mujeres, lo que ha llevado a especulaciones sobre su orientación sexual.

Poemas de Safo:

DE VERDAD QUE MORIR YO QUIERO

EROS ME SACUDIÓ EL ALMA

DESDE CRETA VEN, AFRODITA


El poema mas destacado es: El gorrión entre las rosas

Safo siente especial devoción por Afrodita, la diosa del amor. Le dedica un bellísimo poema que nos ha llegado completo. En él invoca a la diosa, para que acuda en su carro tirado por gorriones y sea su aliada en una lid amorosa. El objeto de su amor es una chica. 
Inmortal Afrodita, la de polícromo trono, / hija de Zeus, urdidora de engaños, te lo ruego, / no me oprimas con penas ni con fatigas, / Señora, el ánimo. (…) “¿Quién es, oh Safo, la que te agravia?/ Que si te huye, no tardará en seguirte; (…) si no te ama, no tardará en amarte / mal que le pese”.  
Safo, un gorrión en un lecho de rosas, la flor consagrada a su diosa predilecta. Muchos de sus versos los dirige a sus compañeras, en los que se nos muestra delicada y apasionada.

Cuando te miro frente a mí sentada / (…) a la rubia Helena / no sería impropio compararte. 

Hace ya mucho, Atis, que anduve enamorada de ti. 

De nuevo Eros, que los miembros afloja, me sacude, / una fiera dulciamarga, imbatible. 

Eros, junto a su madre Afrodita, es la divinidad patrona del Amor en su vertiente física. Al cual en un afortunado epíteto nuestra poeta moteja como glykýpikron, dulciamargo o agridulce. Y también como el que afloja los miembros, quien nos hace temblar y desfallecer.
En otro sentido poema despide a una amiga, que ha de dejar la isla y, por ende, su círculo.
Deseo morir, sinceramente. / Ella me ha abandonado derramando / un arroyo de lágrimas. Y me dijo / “¡Ay de mí! ¡Cuán terribles penas nos asolan! /  Safo, con el alma lo digo, te abandono muy a mi pesar”. / Y yo le respondí / “Parte contenta y acuérdate de mí / pues sabes cómo te he mimado (…) y no olvides / cuánto de bueno y de bello hemos pasado juntas”.
Descubrimos en Safo a una mujer sensual y tierna que confiesa que para ella lo más bello sobre la tierra no es un pelotón de infantería en combate, ni una escuadra naval, ni la carga de un escuadrón de carros, como se pensaba en la sociedad aristocrática y militarista de su época. Para ella, lo más bello sobre la negra tierra es aquél o aquélla a quien una ama.
El más célebre de sus poemas es el que canta las emociones que la embargan al observar a una de sus amadas, sentada ante un hombre al que parece cortejar.

Me parece igual a los dioses / el hombre aquel que frente a ti se sienta /

y a tu lado absorto escucha mientras / dulcemente hablas / y encantadora sonríes. Lo que a mí / el corazón en el pecho me arrebata; / apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra. / Al punto se me espesa la lengua /

y de pronto un sutil fuego me corre / bajo la piel, por mis ojos nada veo,

los oídos me zumban, / me invade un frío sudor y toda entera / me estremezco, más que la hierba pálida / estoy, y apenas distante de la muerte me siento, infeliz.

Siglos más tarde, el autor latino Catulo la homenajeó en su célebre poema LI. Precisamente, Catulo llamó a su amada Lesbia en homenaje a la poetisa griega, por la que sentía devoción.

Aquél a mí, que par es a un dios, me  parece, / aquél, si impío no es, superior a los divinos, / el que sentado enfrente de ti una y otra vez a ti / te contempla y te oye, / dulce riendo, lo que, pobre de mí, / me arranca los sentidos todos, pues una vez que a ti, / Lesbia, te he contemplado, nada tengo más yo /      de voz en la boca, / sino la lengua se paraliza, tenue bajo mis órganos / una llama dimana, por el sonido suyo / tintinan mis oídos, y gemelas se cubren / mis luces de noche. 

A pesar de sus declarados amores homosexuales, se cree que Safo se casó y tuvo una hija, a la que llama Cleis y dedica cariñosos versos.

Es mía una hermosa niña, comparable a las doradas flores, Cleis, la amada. Por ella no cambiaría la Lidia entera.

La aconseja sobre cómo adornar su trigueña cabellera para realzar su belleza:  

La que a mí me parió decía que era hermoso en su juventud el que alguna llevara trenzas anudadas con lazos rojos; (…) pero más que una antorcha tienes el cabello amarillo tú, y es mejor si lo adornas sólo con coronas de frescas flores. 

En 2004 fue encontrado un papiro en el que los filólogos descubrieron unos versos atribuidos a ella. Se nos muestra ya casi anciana, blanca su cabellera. Pero exhorta a sus “pupilas” a que dancen y disfruten de los dones de la vida.

Velad vosotras por los bellos dones de las Musas ceñidas de violetas, muchachas, y por la dulce lira de los cantos, pero mi piel, en otro tiempo suave, de la vejez ya es presa, y tengo blancos mis cabellos que fueron negros, y torpes se han vuelto mis fuerzas, y las piernas no me sostienen, antaño ágiles cual cervatillos para la danza. He aquí mis asiduos lamentos, pero ¿qué podría hacer yo? A un ser humano no le es dado durar por siempre. A Títono, una vez, cuentan que Aurora de rosados brazos por obra de amor lo condujo a los confines de la Tierra, joven y hermoso como era, mas lo encontró igualmente al cabo la canosa vejez, a él, que tenía esposa inmortal. (…) Pero yo amo la ternura;… mi suerte es esto y la brillante ansia de sol y la belleza. 

Los antiguos le inventaron una muerte novelesca adecuada a su poesía. Enamorada de un tal Faón, que no la correspondía, decidió poner fin a su vida arrojándose al mar por un acantilado que había en el cabo de Leúcade, vecino a un templo consagrado a Apolo.  



Me ha gustado mucho leer estos poemas ya que aborda un tema muy bonito como es el amor y también habla sobre el amor entre dos mujeres que a día de hoy hay que gente que sigue diciendo que eso es un horror y en mi opinión cada uno es libre amar.  




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