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ANTÍGONA DE SÓFOCLES Y LA REFLEXIÓN


 ANTÍGONA.


Hoy en la clase de literatura leímos parte de la obra Antígona del griego Sófocles.  La hija de Edipo infringe la ley y mata a su hermano. Escribí un relato parecido solo que
 cambié los nombres y un poco la historia.



Título: "La reflexión"



ELENA: Una joven valiente y decidida.

MARCOS: Un político poderoso.

ADRIÁN: Amigo y confidente de Elena.

CRISTINA: Periodista y amiga de Elena.

JUAN CARLOS: Un joven sacerdote comprometido.

Un parque en un monte tranquilo al sol con un banco en el medio. Hay muy pocos elementos visuales, centrándose únicamente en la conversación entre personajes.

ELENA: Dirigiéndose a ADRIÁN, me has atrapado. ¿Quieres algo más aparte de mi ayuda?



ADRIÁN: Nada más, ELENA. Con tu colaboración, obtengo lo que deseo.



ELENA: Entonces, que así sea. Tus palabras me deprimen, pero estoy dispuesta a sacrificarme por lo que creo.



(Silencio incómodo. ELENA observa el suelo, angustiada.)



ADRIÁN: ¿Qué acto más honorable podrías haber hecho que desafiar al poder establecido?



ELENA: (Mira a ADRIÁN) No es por el honor o desafío, ADRIÁN. Es un deber humano dar sepultura a los desamparados.



CRISTINA: (Interrumpiendo) Lo que ELENA hace es lo que muchos querrían hacer, pero tienen miedo.



ADRIÁN: Tú eres la única que ve las cosas así, ELENA.



ELENA: No es cierto. Muchos lo ven de la misma manera, pero callan por temor.



ADRIÁN: ¿No te da vergüenza enfrentarte a la autoridad?



ELENA: No siento vergüenza al honrar a los que compartieron la misma sangre.



ADRIÁN: Pero tu hermano combatió contra el sistema.



ELENA: Era mi hermano de sangre, y eso no lo puedo cambiar.



ADRIÁN: ¿Por qué honrar a uno que es enemigo de todo lo que representamos?



ELENA: La justicia debe ser igual para todos, incluso en la muerte.



ADRIÁN: Las leyes deben premiar a los virtuosos y castigar a los malvados.



ELENA: ¿Y quién puede juzgar lo que es virtuoso o malvado en el más allá?



ADRIÁN: Yo nunca seré amigo de mis enemigos, incluso después de la muerte.



ELENA: Yo no nací para tener odio, sino para tener amor.



(JUAN CARLOS que les acompañó entra en escena, se acerca al grupo y se sienta con ellos.)



JUAN CARLOS: Si es el amor lo que buscan, permitan que descanse en paz. Amemos la vida y dejemos que los muertos descansen en su paz.



(ELENA y ADRIÁN se miran por un momento en silencio. Al final, ELENA se levanta y se dirige hacia el otro lado, mientras ADRIÁN se queda en el banco, reflexionando sobre las palabras de JUAN CARLOS . CRISTINA observa el ambiente.)
los cinco amigos en el banco



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